Hoy recordamos el advenimiento de la II República Española, pero no la única. Fue la 2ª, y la que más impresión ha dejado en la historia, ¿por qué será? La II República trajo una sensación que escaseaba en España. Una droga, un calmante para una sociedad enferma de monarquía corrupta, trajo ILUSIÓN. Lo que la hizo única fue la avidez de progreso y libertad que la sociedad poseía, una fuerza años contenida que estalló en la primavera del 31 y que, como una marea potentísima, no tuvo límites.
Por primera vez en el siglo XX, y casi en la historia de España, los desfavorecidos y los burgueses, los intelectuales y los analfabetos de todo el país corearon juntos un VIVA LA REPÚBLICA que rompía aquellas cadenas que tanto sufrimiento causaron en el siglo XIX.
La República no era de izquierdas, exclusivamente. Ese es su gran triunfo. Su gran fracaso todos lo conocemos; el régimen, como todas las ilusiones, no podemos sino susurrarlos, pues tan solo el sonido de nuestras palabras pueden hacer que vuelen con el viento.
“La República debe ser radical o no ser” decía Azaña.
Hoy en día, a todos los aquí presentes, nos regalan adjetivos como “revanchistas, pasados de moda, arcaicos, retrógrados y admiradores del pasado”, precisamente lo hacen aquellos que antes citaba con esas mismas palabras. Se mofan de nosotros por mirar con respeto a un pasado que pretendió cambiar a España, y que lo consiguió, pero no como pretendía.
La república debe ser radical o no ser. Hay mucho tras las palabras del Presidente. Había que ser muy radical para catapultar a España hacia lo que consideramos justo. Había, como decía José Luis Rodríguez Zapatero, que gobernar deprisa, porque todo lo que se avanzara en derechos, libertades y justicia, no podía ser invalidado por la derecha. Y la República fue radical, aunque menos de lo que siempre han denunciado “ellos”, pero sobre todo, la República fue el primer, y aún hoy más libre régimen de los que ha pasado por España.
Una ilusión truncada años después, y que todos hemos pagado, desde los más ancianos hasta los más jóvenes.
La República se adelantó a la España en la que nació, y lo pagó caro. Hoy tenemos que aprender que ese fracaso ha mutado en triunfo, por mucho que “ellos” quieran aún seguir pisando con su bota de hierro. Y todos aquí sabemos a qué me refiero, cuando “el invicto” sigue venciendo, como el Cid, batallas después de muerto, pero ahora, en lugar de ser con bayonetas y fusiles, es con autos e imputaciones en los Tribunales.
Como hace días se dijo en la Universidad Complutense de Madrid, NO PASARÁN por encima del recuerdo.
Pero hoy también tenemos que dirigir nuestra mirada al futuro. Recordar a la II República Española nos tiene que ayudar a entender sus triunfos pero también sus errores. Hay mucho que aprender de su historia, y muchas conclusiones que sacar a tal efecto. Ante todo, la República, el espíritu de la República es un sentimiento, y trasciende de regímenes políticos. Eso es lo que la hizo perdurar en la memoria y lo que la hará eterna.

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